Desde el punto de vista de la psicología, las relaciones tóxicas es aquella en la que existe un patrón de comportamiento y dinámicas emocionales dañinas y perjudiciales para uno o ambos miembros de la pareja. Están caracterizadas por la falta de respeto, la manipulación, el control excesivo y el abuso emocional o físico.
En una relación tóxica, uno o ambos miembros pueden experimentar altos niveles de ansiedad, estrés y sufrimiento emocional constante. Puede haber una dinámica de poder desequilibrada, donde una persona ejerce un control dominante sobre la otra, tomando decisiones importantes sin consultar o ignorando las necesidades y deseos de su pareja.
La comunicación en este tipo de relación tiende a ser negativa y destructiva. Pueden surgir discusiones constantes, gritos, insultos y humillaciones. La crítica constante y la desvalorización de la pareja son comunes, lo que mina la autoestima y la confianza de la persona afectada. La manipulación emocional también está presente, con tácticas como la culpa, el chantaje emocional y las amenazas para controlar y mantener a la pareja bajo su influencia.
¿Cómo es el apoyo en las relaciones tóxicas?
En una relación tóxica, el apoyo emocional es escaso o inexistente. Ambos miembros pueden sentirse solos y aislados, sin poder compartir sus sentimientos o preocupaciones con su pareja. Puede haber un desequilibrio en las responsabilidades y el cuidado mutuo. Donde una persona carga con la mayoría de las responsabilidades mientras la otra se muestra apática o indiferente.
Estas relaciones se caracterizan por ciclos repetitivos de abuso y reconciliación. Después de episodios de maltrato o violencia, puede haber disculpas, promesas de cambio y momentos de ternura y afecto, lo que hace que la víctima tenga esperanzas de que la relación pueda mejorar. Sin embargo, estos momentos son efímeros y pronto se vuelven a repetir los mismos patrones destructivos.
Uno de los síntomas más característicos es la dependencia. Es decir, la necesidad emocional y psicológica que una persona tiene hacia su pareja, a pesar de que la relación sea dañina y perjudicial. La persona dependiente se siente incapaz de alejarse o romper el vínculo, ya sea por miedo, baja autoestima, manipulación o creencias erróneas de que no merece algo mejor. La dependencia puede llevar a la persona a tolerar el abuso y a justificar los comportamientos perjudiciales de su pareja, perpetuando así el ciclo tóxico.
Es importante destacar que una relación tóxica no es saludable ni sostenible a largo plazo. Además puede tener graves consecuencias para la salud mental y emocional de los involucrados, llevando a la depresión, la ansiedad, la baja autoestima e incluso a la violencia física.
Reconocer si tienes una relación tóxica puede implicar señales como falta de respeto constante, control excesivo, manipulación emocional, violencia física o verbal, aislamiento social, control excesivo, sentimientos persistentes de tristeza o ansiedad, y baja autoestima.
Si experimentas alguno de estos signos de manera recurrente en tu relación, es probable que estés en una relación tóxica. Es fundamental buscar apoyo de personas cercanas o
profesionales de la salud mental para evaluar la situación y explorar opciones saludables para tu bienestar emocional y físico.